El PRM ACJ Rancagua 1 recibió una donación de más de un millón de pesos en materiales de librería y papelería de parte de Rodrigo Fernández y Soledad Urrutia. Esta contribución apoya la arteterapia para niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso. «Es importante apoyar a los niños y niñas que ustedes atienden», expresaron los benefactores.
En un acto de profunda solidaridad, el Programa de Reparación al Maltrato y Abuso Sexual Infantil (PRM) ACJ Rancagua 1 ha recibido una significativa donación de materiales de librería y papelería, valorada en más de un millón de pesos. Este valioso aporte fue realizado por el matrimonio conformado por don Rodrigo Fernández y doña Soledad Urrutia, quienes reconocen y apoyan la importante labor terapéutica que se brinda a niños, niñas y adolescentes víctimas de vulneración de derechos.
La colaboración externa se ha convertido en un pilar esencial para el desarrollo de espacios terapéuticos complementarios al entorno clínico tradicional. Con estrategias innovadoras y centradas en las necesidades individuales de cada usuario, PRM ACJ Rancagua 1 ha logrado crear un ambiente de apoyo integral. La reciente donación, en particular, destaca por promover oportunidades de expresión artística durante los procesos terapéuticos, beneficiando tanto a los niños como a sus familias.
“Para nosotros es muy importante apoyar y contribuir con los niños y niñas que ustedes atienden, porque comprendemos las vivencias por las que han transitado”, expresaron Fernández y Urrutia al momento de realizar la donación.
El arte, dentro del contexto terapéutico, se utiliza como una poderosa herramienta para resignificar experiencias de vulneración de derechos, transformando el dolor en procesos creativos y sanadores. Esta metodología, conocida como arteterapia, no solo fortalece el vínculo entre el profesional y el paciente, sino que también promueve el autoconocimiento y la expresión emocional, facilitando la recuperación de los jóvenes.
La donación de materiales representa un apoyo tangible para el PRM ACJ Rancagua 1, y también simboliza un compromiso comunitario con la sanación y el bienestar de los menores afectados. Iniciativas como esta refuerzan la esperanza y el optimismo en la lucha contra el abuso infantil, demostrando que, con el apoyo adecuado, es posible transformar vidas y construir un futuro prometedor para quienes más lo necesitan.